lunes, 13 de mayo de 2013

Pablo César Amaringo Shuña


Pablo César Amaringo Shuña (n. Ucayali, 1938 - f. 16 de noviembre de 2009) fue un pintor peruano de origen indígena, siendo uno de los pintores más famosos y reconocidos internacionalmente por la visión que demuestra por medio de sus obras artísticas conocidas.
Siendo el séptimo de trece hermanos trabajó como curandero. Debido a su extrema pobreza, a los 10 años, fue llevado a Pucallpa (ciudad perteneciente a la región Ucayali), la cual a los 30 años, comenzó su vida como curandero y médico naturista. En la década de 1970, decide trabajar en la Amazonía peruana y brasileña. Sin embargo, por los conflictos que hubo, abandonó en la década de 1980. En ello cambió su profesión de curandero con una ideología visionaria.
Ahora con esta profesión, fundó la escuela Usko-Ayar, dedicada a su aprendizaje artístico que demuestra la alucinatoria realidad selvática, en 1998 junto a Luis Eduardo Luna. La escuela fue condecorada con la mención Global 500 Roll of Honour, concedida directamente por el programa de preservación ambiental de la ONU por la labor llevada a cabo por la institución dirigida por Amaringo y los logros conseguidos durante estos años de labor.



 
¿Cuándo fue consciente de que poseía un natural talento para la pintura?

Desde muy chico pintaba la realidad que me rodeaba: cómo vivía mi gente, el paisaje. Yo tenía un amigo norteamericano que conocía mi pintura y una vez vino con unos amigos, quienes estaban muy interesados en las plantas mágicas y maestras del Perú. Les dije que ya no podía ayudarlos porque ya no era chamán. Me puse un poco triste, porque eran personas bondadosas, entonces me surgió la idea de hacer un cuadro para ilustrarlos sobre las plantas maestras. Hice dos cuadros y se los regalé. No sabía que estas personas eran científicos y que estaban llevando mis obras para un exhaustivo escrutinio en la biblioteca del Congreso, en Washington. Hicieron la investigación y encontraron biología, astronomía y varias lenguas en las pinturas. Se quedaron fascinados. A los tres meses me enviaron una carta donde me decían que la comunidad científica estaba interesada en mi obra. Desde ahí pintó los pasajes de la visión del Ayahuasca. Este año, en octubre, cumplo 20 años en ese afán y a pesar de que los investigadores se han disgustado con la noticia, a partir de ahí ya no pintaré más visiones. Me encuentro un poco cansado. Ahora voy a realizar retratos de las plantas y también explicaré todas las propiedades que contengan.
 
 

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